Hace un tiempo tuve una época en la que deboraba libros, lo leía todo. Creo que fue como a mitad de la carrera, pero supongo que lo que leí durante toda la carrera me dejó un poco saturada de libros (podía leerme perfectamente 12 ó 13 libros por asignatura y tenía como unas 5 ó 6 asignaturas así al año... echad cuentas!!). Una vez leí uno, La hija del curandero de Amy Tan (que recomiendo) y me ví muy reflejada en un trozo de lo que decía. El trozo es el siguiente (marco con negrita lo que creo que me describe bastante bien):
"—Mira, yo pagaré la mitad, y si funciona te devolveré el dinero.
—Ya hemos hablado de esto. No quiero la mitad, y no tendrás que devolverme nada. Tengo ahorros y quiero pagar. No lo hago para que vuelvas conmigo ni para librarme de tu madre. No hay condiciones. No quiero presionarte para que tomes una decisión u otra. No hay expectativas ni compromisos.
—Bueno, te agradezco la intención, pero...
–Es algo más que una intención, es un regalo. Tienes que aprender a recibir de vez en cuando, Ruth. Cuando no lo haces, te perjudicas.
—¿De qué hablas?
–De que a menudo deseas cosas de la gente, una especie de prueba de amor, de lealtad o de fe en ti. Pero al mismo tiempo estás convencida de que no llegará. Y cuando llega, no la ves. O te resistes y la rechazas.
—Yo no...
–Eres como una persona que tiene cataratas y quiere ver, pero te niegas a operarte porque temes quedarte ciega. Prefieres quedarte ciega lentamente a correr el riesgo. Y no ves que la solución está delante de tus narices.
—Eso no es cierto —protestó. Sin embargo, sabía que había algo de verdad en lo que decía Art. No era exactamente como lo pintaba él, pero la idea le sonaba tan familiar como las olas de sus sueños. Se volvió hacia él—: ¿Siempre has pensado eso de mí?
—No lo tenía tan claro. De hecho, empecé a pensar en ello después de que te marcharas. Y luego me pregunté si lo que habías dicho de mí era verdad. Me di cuenta de que soy un egoísta, de que estoy acostumbrado a pensar en mí en primer lugar. Pero también me percaté de que tú siempre te pones en segundo término. Es como si me dieses permiso para ser menos responsable. No digo que sea culpa tuya. Pero tienes que aprender a recibir, a aprovechar las oportunidades que te ofrecen. Sin resistirte. Sin ponerte nerviosa pensando en las complicaciones. Simplemente acepta lo que te dan, y si quieres ser cortés, da las gracias.
Ruth estaba hecha un lío. Le estaban dando un buen repaso, y estaba asustada.
–Gracias —dijo por fin."
—Ya hemos hablado de esto. No quiero la mitad, y no tendrás que devolverme nada. Tengo ahorros y quiero pagar. No lo hago para que vuelvas conmigo ni para librarme de tu madre. No hay condiciones. No quiero presionarte para que tomes una decisión u otra. No hay expectativas ni compromisos.
—Bueno, te agradezco la intención, pero...
–Es algo más que una intención, es un regalo. Tienes que aprender a recibir de vez en cuando, Ruth. Cuando no lo haces, te perjudicas.
—¿De qué hablas?
–De que a menudo deseas cosas de la gente, una especie de prueba de amor, de lealtad o de fe en ti. Pero al mismo tiempo estás convencida de que no llegará. Y cuando llega, no la ves. O te resistes y la rechazas.
—Yo no...
–Eres como una persona que tiene cataratas y quiere ver, pero te niegas a operarte porque temes quedarte ciega. Prefieres quedarte ciega lentamente a correr el riesgo. Y no ves que la solución está delante de tus narices.
—Eso no es cierto —protestó. Sin embargo, sabía que había algo de verdad en lo que decía Art. No era exactamente como lo pintaba él, pero la idea le sonaba tan familiar como las olas de sus sueños. Se volvió hacia él—: ¿Siempre has pensado eso de mí?
—No lo tenía tan claro. De hecho, empecé a pensar en ello después de que te marcharas. Y luego me pregunté si lo que habías dicho de mí era verdad. Me di cuenta de que soy un egoísta, de que estoy acostumbrado a pensar en mí en primer lugar. Pero también me percaté de que tú siempre te pones en segundo término. Es como si me dieses permiso para ser menos responsable. No digo que sea culpa tuya. Pero tienes que aprender a recibir, a aprovechar las oportunidades que te ofrecen. Sin resistirte. Sin ponerte nerviosa pensando en las complicaciones. Simplemente acepta lo que te dan, y si quieres ser cortés, da las gracias.
Ruth estaba hecha un lío. Le estaban dando un buen repaso, y estaba asustada.
–Gracias —dijo por fin."
Cuando lo leí me ví tan reflejada que copié esas frases y parte de ellas aún me las sé de memoria. Anoche me acordé de la cita... no sé, supongo que es que no estoy muy acostumbrada a ciertas cosas, supongo que hay alguien que se está esforzando en demostrarme que sigue ahí y que está esforzándose en darme algo... algo que no le he pedido, pero que bueno... si todo el mundo piensa que eso es lo que le pido... pues... bienvenido sea.
Supongo que tengo que "dar las gracias" y dejar que lo hagan. Y podéis pensar que lo valoro poco, pero no es así. Sólo que no quiero que nadie haga algo por "obligación", que en realidad lo que pido es menos que eso y que si es eso lo que quiere volver a hacer... que mire muy bien para qué vuelve, porque no voy a consentir que me dé consejos que ella misma ha aplicado y que como consecuencia ha perdido un poco de mí... Y digo que no voy a darle vueltas pero esto me hace pensar un poco... Soy una petarda!!! xD Pero por lo menos me lo tomo con humor, porque en realidad no me apetece pensar en lo que significa o puede significar (qué lío, eh? Perdón... :$)
Las cosas no son tan sencillas como parecen, pero tampoco son tan complicadas.
He decidido que tengo que centrarme más en mí, en disfrutar, en mis cosas. Quiero volver a leer por placer, escribir mucho, centrarme en preparar el CAP, centrarme en dar decentemente las clases particulares... y también disfrutaré de lo que quieran darme, sin darle vueltas, sin pedir más, sin pensar.
No sé si lo conseguiré, seguramente no, pero lo importante es que estoy cansada de dar vueltas a las cosas... dejaré simplemente que pasen.
Esto no quiere decir que vaya a descuidar lo que ya cuidaba, sólo que no voy a dejar que me afecten tanto ciertas cosas.
Tienen prisa por hacer que me calle
Pero yo canto lo que quiero y lo que siento
Canto lo que me sale
Igual que mi corazón late
O igual me caigo por un precipicio
Pero yo soy la que decido
Cuando salto y con quien me río
Y si lloro yo decido
A quien le muestro mis lagrimas